miércoles, 30 de octubre de 2013

EL EJECUTIVO REVUELCA EL ERARIO.

En un país en el que lo más común es olvidar muy rápidamente lo ires y venires de los prohombres de la patria, echamos mano de un artículo del periódico Tribuna Roja de Septiembre de 1993, para refrescarle la memoria a la opinión pública acerca de las indelicadezas del presidente de la época César Gaviria Trujillo, con dineros del presupuesto nacional.  

Hoy el Dr. Gaviria encarna la figura de un reposado expresidente, que aparenta frente al país de no intervenir en el discurrir de la política, ni de influir en ninguna desición que pueda afectar el feliz  acontecer de la vida de la nación.


Simón Gaviria Muñoz, que para la época del  mandato de su padre, solo era un niño, hoy funge de director del Partido Liberal y Representante a la Cámara de la que fue su presidente. Es una creencia popular que César Gaviria Trujillo ejerce sus destrezas de vetrílocuo, a través del delfín Simón. 

El sometimiento del tesoro público a los intereses familiares y políticos del mandatario.

Utilizando una disposición transitoria que le permitía ordenar gastos electorales para la campaña de octubre de 1992, Gaviria, dice Juan Diego Jaramillo, "procedió a decretar 6000 millones de pesos para las elecciones, y mete un mico de 986.000 millones, en que van incluidos todo tipo de becas, auxilios y subsidios de los prohibidos..." (El Tiempo, mayo 12 de 1992).

Pero esto es apenas un indicio del sometimiento del tesoro público a los intereses familiares y políticos del actual mandatario. Ya en 1991, según lo denunciara la veeduría, la cartera de Gobierno en manos del hoy candidato oficial a la presidencia, Humberto de la Calle Lombana, por medio de resoluciones asignó recursos por más de 9.000 millones de pesos a diversas entidades municipales y fundaciones privadas, luego de que la nueva Constitución los proscribiera. Varias de las entidades favorecidas aparecen bajo el nombre de reconocidos congresistas y líderes políticos.

En entrevista con el director de La Clave, el Veedor García Hurtado sostiene: "El ministro Hommes maneja una cantidad de autorizaciones legales de recursos inmensos que distribuye a su antojo, a su amaño. El ministro de Hacienda, el presidente, el de planeación son parte de una dictadura fiscal muy bien organizada... Este ha sido uno de los gobiernos que ha manejado la hacienda pública con más indelicadeza en la historia de Colombia". Y más adelante: "Se repartieron más de 20.000 millones de pesos ilegalmente a fondos supuestamente para becas. Yo puse esta demanda ante la Fiscalía hace un año. Me tocó incluir muy a pesar mío, pero cumpliendo con mis deberes, al presidente César Gaviria, al ciudadano Gaviria, quien manejó también fondos de becas del Icetex".

Sostiene Rodrigo Marín Bernal que, entre 1991 y 1992, el mandatario actual dispuso, libérrimamente, y sin sujeción a las normas ordinarias ni intervención de los organismos de control, de sumas que ascienden a 185.000 millones. Y concluye: "Nadie sabe hoy cómo y con cuáles criterios se adjudicaron los múltiples y cuantiosos contratos." (El Nuevo Siglo, marzo 19 de 1993). Por otra parte, en ese mismo período, afirma el representante Manuel Velásquez Arroyave, se gastaron "35.000 millones en viajes y viáticos del presidente Gaviria, la primera dama y los ministros, y 31.000 millones en ‘imagen’, publicidad y publicaciones." (El Nuevo Siglo, junio 26 de 1993).

Esta manipulación de ingentes sumas del presupuesto sin duda favorece a los candidatos oficiales con miras a perpetuar una casta de vendepatrias en el Palacio de Nariño, o sirve para compensar copiosas votaciones favorables al régimen en las corporaciones públicas. Y un bocado de ellas, simplemente, va a engrosar las arcas de la familia en el poder y de sus más allegados. De ahí que Jorge Ramírez Ocampo, presidente de la Asociación Nacional de Exportadores, Analdex, dijera al clausurar el IX Congreso del gremio: "Las presiones políticas están convirtiendo al presupuesto nacional en un árbol de navidad lleno de regalos a costa de la coherencia de la política económica." En el editorial del 28 de agosto de 1992 del diario de los Santos se lee: "Al señor presidente Gaviria le faltó grandeza para seleccionar los nombres de quienes debían de ser llevados al Consejo Superior [de la Judicatura]... El episodio electorero, en el que sale muy mal librada la Justicia, tiene varios inconvenientes. Se corre el riesgo de que el presupuesto de cerca de 300.000 millones -que por ley deberá elaborar y administrar el Consejo- pueda quedar hipotecado a los intereses muy particulares de sus electores".

Juega la pirámide de la arrebatiña

En la Ley de Apropiaciones vigente en 1993 se incluyen recursos por valor de 52.832 millones de pesos para el Fondo Especial de la Presidencia. En esa "caja menor" del clan gobernante se le asignan 9.000 millones a lo que en el mismo palacio se llama el presupuesto del despacho de la Primera Dama. Al informar sobre estas destinaciones, La República del 14 de enero de 1993, decía que el susodicho fondo se había convertido en un superministerio "con capacidad para invertir en absolutamente todas las actividades vitales del país". También señalaba cómo la Presidencia dispone de 22.688 millones adicionales, contando así, en realidad, con 75.520 millones reservados a salud rural, atención al menor y la familia, capacitación comunitaria y fomento al desarrollo, actividades que normalmente atienden diversas entidades estatales.

Gracias a los decretos expedidos el 29 de diciembre de 1992, con base en el artículo transitorio 20 de la nueva Constitución, dirigidos a la "modernización del Estado", se convirtió en establecimiento público el Fondo de Solidaridad y Emergencia Social de la Presidencia de la República. El nuevo organismo tendrá una asignación inicial de 200.000 millones de pesos. El manejo suelto de estos multimillonarios auxilios afirma la representante liberal María Cristina Ocampo, "quedó a cargo de un consejo directivo formado por el secretario general de la Presidencia y cinco amigos". (El Nuevo Siglo, abril 22 de 1993).

Preparando el terreno para el resto del cuatrienio

Contando con que poco debe temer de un Congreso controlado merced a los desayunos de trabajo, el primer mandatario defiende, a través de sus subalternos, un proyecto de presupuesto para 1994 atiborrado de vicios constitucionales y legales que ha venido denunciando un sinnúmero de comentaristas, incluso los pertenecientes a la gran prensa. Así, el próximo año la Presidencia manejará de entrada partidas por valor de 70.000 millones de pesos, cifra muy superior a la designada, por ejemplo, para el DAS o aun para el ministerio de Desarrollo o el de Relaciones Exteriores. Al respecto, el Veedor en su intervención ante el Congreso, el 24 de agosto último, insiste en que ni Gaviria ni Planeación Nacional pueden ser ejecutores del gasto. Asimismo se pregunta qué hace la Presidencia manejando decenas de miles de millones de pesos dedicados a la "defensa de los derechos humanos"; o a programas de "prevención y atención de enfermedades visuales, orales, auditivas y ortopédicas"; a "estudios especiales, asesorías y consultas", a "buscar y recuperar barcos que naufragaron".
Principio del formulario

martes, 29 de octubre de 2013

"LA MEDICINA NO ES APOLÍTICA". Guillermo Fergusson.

El doctor Guillermo Fergusson fue decano de las universidades Nacional y del Rosario. Su apellido entroncado con próceres  de la independencia y parentela de abolengo con la burguesía colombiana, no fue óbice para que el Doctor Fergusson siempre asumiera una actitud crítica de cara al manejo oficial de la salud en Colombia y la oprobiosa discriminación que en este campo sufren los desvalidos.  Asumió una vida militante a favor de la pobrería nacional y sus reivindicaciones por la salud;  participó en numerosos actos de protesta, marchas, conferencias, como forma de afianzar su pensamiento. Con el estudiantado de medicina de la Universidad Nacional y los médicos, dirigió la toma al Hospital de la Hortúa en 1975; tiempos del mandato de hambre demagogia y represión de Alfonso López Michelsen. Muestra que el tratamiento de los gobiernos de turno a la salud del pueblo colombiano, no ha sido un perverso negocio del presente. El doctor Fergusson murió prematuramente en 1978. 

El siguiente escrito pertenece en sus apartes al discurso pronunciado por el Dr. Fergusson en un homenaje tributado al médico antioqueño Hernando Echeverry Mejía, como candidato de la alianza izquierdista Unión Nacional de Oposición UNO. El texto ha sido tomado del periódico Tribuna Roja publicado en Febrero de 1974.  

“acudimos para asociarnos al homenaje que se rinde a un colega tan distinguido como es el candidato doctor Echeverri. Pero estamos aquí para rendirlo y hacer constancia de fe a un ideario que tanto el doctor Echeverri como todos y cada uno de ustedes representa. Y nacen nuestro entusiasmo y confianza por este movimiento y lo que significa de razones fundamentalmente pragmáticas, surgidas de la observación diaria de la realidad médica colombiana.

“Cómo sanar al pueblo frente a una industria que como la farmacéutica es paradigma del capitalismo monopolista y expresión cruel del más desvergonzado imperialismo? Es esta una industria, un lobo con piel de oveja, que envasa porquerías cuya calidad nadie controla, sobrefactura importaciones de materia prima y deforma con su propaganda el criterio médico.

“Y cómo dar atención médica igualitaria en un país donde la Constitución consagra el estado de indigencia de un sector como algo inevitable y en el que a un gran número de compatriotas se atiende con desechos de calidad inferior, que se reparten como caridades, humillando a quienes los reciben y dando origen a la industria de la filantropía, que manejan a su amaño para su propio beneficio muchos políticos y explotadores de toda laya?

“No, en estas condiciones esto es imposible!

“La Andi, Fenalco, se rasgan las vestiduras hipócritamente ante las deficiencias del ICSS, pero no recuerdan que los obreros enferman porque ellos no les dan protección industrial, porque sus salarios de hambre son deletéreos, porque la angustia del oprimido es infinita.

“Estamos aquí para protestar porque la salud sea negada a nuestros campesinos y obreros y porque nos avergüenza que prevalezcan en Colombia aquellas enfermedades sobre las que mayor conocimiento médico y medidas de control existen. Estamos aquí porque nos entristece que mueran nuestros niños de desnutrición, parásitos y tuberculosis. Porque nos afrenta ser cómplices de la explotación a que somete a nuestro pueblo el gran pulpo de la industria farmacéutica internacional; la farsa de la filantropía y la caridad que convierten en graciosa merced la satisfacción de ese derecho elemental, y de la humillante crueldad e ineficacia de nuestros hospitales. Y estamos aquí porque ya sabemos que la medicina como actividad social no es apolítica y que para ser eficaz debe serlo consciente y activamente subordinada a la causa de las mayorías proletarias.

“Y no es la nuestra una actitud emocional; y sí es muy científica y optimista. Hemos visto como más de la mitad de la humanidad contemporánea ha iniciado la marcha por los caminos del socialismo científico, y en un tiempo muy breve realizado avances extraordinarios. Lo que en salud han logrado la URSS, Cuba y muy especialmente la China, es reconocido por las más serias revistas de medicina norteamericana y contrasta con las críticas que a la medicina liberal se están haciendo en la propia Norteamérica.

Y nos hacemos presentes aquí sin oportunismo porque vemos en esta Unión de Oposición y en los grupos de izquierda a la vanguardia de una fuerza que será dueña del futuro. Sabemos que el camino inexorable de la victoria será arduo y doloroso, pero la sangre, las lágrimas y sufrimientos germinarán dando entre otros frutos, la auténtica medicina popular que este pueblo necesita. Y entonces no veremos vanos ni quedarán inmunes los sacrificios de Camilo, cuya muerte hoy conmemoramos, y del comandante y médico Ernesto Guevara, del Presidente y médico Salvador Allende y de todos los héroes anónimos que a lo largo y ancho de este mundo luchan por la justicia”.

domingo, 27 de octubre de 2013

EL TUERTO LÓPEZ, UNA REVOLUCIÓN POÉTICA- Guillermo Alberto Arévalo.

“Hay poetas que llegan a su obra para cumplir una función de desintoxicación del género; para devolverle a la poesía el derecho a la comunicación, para que los poetas puedan expresarse como personas y no como sacerdotes de un culto exótico. Tal es una de las funciones del llamado Postmodernismo Hispanoamericano para la poesía del continente y de Luis Carlos López en el ámbito colombiano”, Guillermo Alberto Arévalo.

A Luis Carlos López se le designa como "el poeta de los zapatos viejos" por el monumento que tantos han visitado en Cartagena, al pie del cual está grabado el facsímil de A mi ciudad nativa, quizá el más difundido de sus sonetos. En verdad, este poeta irreverente poco tuvo que ver con el nombre que le dieron al nacer, en 1879: Luis Carlos Bernabé del Monte Carmelo López Escauriaza. Sus íntimos lo llamaron Luiscé, y hoy todos lo conocemos como El Tuerto, aunque era apenas bizco.

La vida provinciana
De niño, López rompía las cartillas de lectura -nadie se daba cuenta de su defecto visual- porque no podía leer como sus compañeros de escuela. Luego, ya con anteojos, terminó el bachillerato e inició la carrera de medicina, pero en la Guerra de los Mil Días (1900-1903) intentó vincularse a las guerrillas liberales y, sorprendido, fue confinado a su ciudad como cárcel.
Poco después publicó en España su primer libro, De mi villorrio, en 1908. Rápidamente se sucedieron el segundo y el tercero: Posturas difíciles (1909), y Varios a varios (1910), obra editada en compañía con los poetas barranquilleros Abraham Z. López-Penha y Manuel Cervera.

Por entonces, López regentaba un almacén de su familia; en 1913 tuvo lugar su única intervención en política, de la cual salió derrotado por un fraude, y dedicó al periodismo. Apenas en 1920 vuelve a publicar un libro: Por el atajo,  cuya reedición, definitiva, ocurre en 1928. En ese mismo año es designado cónsul en Munich, Alemania, cargo del que pronto regresa para dirigir la Imprenta Departamental y luego la Biblioteca Fernández Madrid de Cartagena. Ocuparía otro consulado del país, en Baltimore, Estados Unidos, entre 1937 y 1944.

Pero no vuelve a escribir, salvo algunos sonetos sueltos de desigual calidad. El desencanto, nota de toda su obra, se apoderó de él. Enclaustrado y esquivo vivió hasta el 30 de octubre de 1950. A su muerte, múltiples evocaciones le hicieron homenaje. Entre otras la del cubano Nicolás Guillén, quien dijera en aquella ocasión: "En una sociedad pacata, monjil, apegada a las viejas tradiciones, manejada por el clero, explotada por la gran burguesía conservadora y liberal, la voz del Tuerto López no se alzó para divertir al amo, sino para fustigarlo."

El postmodernismo
Luis Carlos López perteneció a una generación de poetas latinoamericanos que encontró agotada la estética modernista y prefirió el entorno local, ya no como idealización sino como objeto de crítica. La conformaban también, entre otros, los mexicanos José Juan Tablada  y Ramón López Velarde, y los argentinos Baldomero Fernández Moreno y Oliverio Girondo. Cada cual seguía una vía particular, pero los unían la voluntad de antítesis, la ironía y el retorno a las realidades inmediatas de la vida de nuestras sociedades.

Herederos de los aportes que el modernismo brindó a la poesía en lengua española; sin embargo, se rebelaron contra sus maestros y lograron crear un idioma nuevo, propio, opuesto al empalagoso y sensiblero que imperaba. El prosaísmo es una de sus características, como el lenguaje conversacional, la desmitificación de los valores románticos y la actitud crítica que preside su empresa poética.

Su convulsionada época histórica cobijó la "separación" de Panamá, la República Conservadora, la Guerra de los Mil Días, la Revolución Mexicana, la Primera Guerra Mundial, la Revolución de Octubre, el surgimiento de las ciudades y de las primeras organizaciones sindicales, la quiebra de la Bolsa de Nueva York, que derrumbó el esquema cultural de los "alegres años veintes" y, luego, la ascensión del nazismo, la segunda Gran Guerra y el afianzamiento del imperio de los Estados Unidos sobre las naciones débiles.

Una poética de la ironía
Vale la pena destacar, de entre las características de la obra de Luis Carlos López, la actitud escéptica; su humor proviene de una visión desencantada del mundo, que conduce a una ironía que lo abarca a sí mismo y aun a la poesía. Para él, sus libros son "librejos sin literatura" y varios de sus poemas los tituló "Despilfarros".

En lo referente a los temas, predominan en la obra del cartagenero la ciudad con sus ambientes y personajes, vistos como los de un "rincón", "pueblo" o "parroquia"; en segundo lugar, los paisajes, descritos con perspectiva irónica, en un escueto estilo de acuarelista, y titulados "cromos", "viñetas" o "croquis". Finalmente, en repetidas ocasiones López se ve "al margen", "en la penumbra" y escribiendo "en tono menor". El particular tratamiento del tema amoroso es una constante en su poesía; un amor definidamente antirromántico, con frecuentes alusiones eróticas y dirigido a derribar convenciones.

Con su obra López demuestra un juicioso conocimiento de los recursos literarios de nuestra lengua, a la vez que un sistemático rechazo de su utilización a la manera retórica y grandilocuente tan común en la poesía colombiana. Su expresión estuvo siempre muy cerca del soneto, pero "le torció el cuello" con trabajada sobriedad. Hizo objeto de su mirada crítica al paisaje propio del ambiente social, con imágenes como un sol que parece "inmensa yema de huevo frito", lunas "de latón" que son testigos de los delitos de los jueces, mares adormilados o señoras de alcurnia, comerciantes, alcaldes y barberos retratados en una carcajada.

Los breves poemas de López conforman una obra casi narrativa o teatral, como complemento de la cual sobresale el tema del paso del tiempo. Su ironía buscaba, en el fondo, subvertir la realidad. Lo logró; como los grandes del género humorístico. Como en Valle-Inclán, en Quevedo, en Chaplin, en la vieja historia de Luciano o las obras de Aristófanes, ello resultaba "necesario", según habría dicho Carlos Marx, para que el país "se despidiese alegremente de su pasado." Entre risas, Luis Carlos López nos da una posición desveladora de la historia nacional, con calles, personajes del pueblo, políticos, valores establecidos. Apenas hoy empieza a ser nuevamente reconocido como el poeta realista y revolucionario que fuera.

A un perro.
¡Ah, perro miserable,



que aún vives del cajón de la bazofia,
-como cualquier político- temiendo
las sorpresas del palo de la escoba!

¡Y provocando siempre
que hurgas en el cajón pleno de sobras
-como cualquier político- la triste
protesta estomacal de ávidas moscas!

Para después ladrarle
por las noches, bien harto de carroña,
-como cualquier político-  a la luna,
creyendo que es algún queso de bola…


¡Ah, perro miserable,
que humilde ocultas con temor la cola,
-como cualquier político del día-
¡y no te da un ataque de hidrofobia!



Serenata.
Asómate a la ventana
para tirarte un limón"
Víctor Hugo

¡Ay, Camila, no vuelvo
ni al portón de tu casa,
porque tú, la mas bella
del contorno, me matas
con promesas que saben
a bagazo de caña!

Nada valen mis besos
y achuchones!.. 
¡Y nada
si murmuro en tu oreja,
tu orejita de nácar,
cuatro cosas que tumban
bocarriba a una estatua!

¡Ah, te juro que nunca
tornaré por tu casa,
ya que tú, más bonita
que agridulce manzana,
tienes ¡Ay! la simpleza
del icaco y la guama!

¡Y eres más que imposible,
pues tus mismas palabras
son candados, pestillos,
cerraduras y aldabas
de tus brazos abiertos
y tus piernas cerradas!

















  

lunes, 21 de octubre de 2013

¿QUÉ ES LA "PAZ"? La dilación de los procedimientos.

Con gran desilusión el presidente Santos tuvo que admitir  de cara a la desmirriada cumbre de países iberoamericanos de Panamá, que el carisellazo de la paz que se jugó para Colombia no le estaba saliendo como lo tenía previsto en consonancia con su agenda para reelegirse.

Después del fracaso de la paz pastranista de la república independiente del Caguán, pasó más de una década para que un nuevo mandatario se hubiese decidido por acometer  la lidia de esta medusa.


Son muchos los intentos que se han emprendido  en el logro de un convenio de paz. Se habla que desde los inicios del gobierno de Alfonso López en el año 74, ya se cruzaban misivas con los jefes de las bandas armadas en procura del inicio de una negociación. Hasta uno de los más connotados oráculos de la oligarquía colombiana, el perínclito hombre del Partido Liberal Carlos Lleras Restrepo tuvo su efímera participación en una comisión de paz durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala.   

Ubicándonos ya en la década de los ochenta , en el cuatrenio del “sí se puede” belisariano,  el hijo del arriero de Amagá  3 días después de posesionarse como presidente  dijo en la escuela militar de cadetes ..”delante de unos regimientos que lo atisbaban entre remisos e incrédulos”…  que  “No quiero que bajo mi gobierno  se derrame una sola gota de sangre de ningún compatriota mío, de ningún soldado …ni de ningún guerrillero, que también son hermanos nuestros”

Desde ese momento se inició para Colombia una de las peores debacles, propiciando  una guerra no declarada que ha producido  centenares de miles de muertos, decenas de miles de desaparecidos, millones de desplazados internos, despojo de tierras, masacres y toda clase  de iniquidades que superan en número y atrocidad a las que el país y el mundo conocieron de lo que se llamó como la época de la violencia colombiana. 

Ya en este siglo e iniciando la segunda década,  un presidente de prosapia  liberal pero elegido bajo unas banderas inspiradas en un modelo como el del frente nacional que gobernó alternadamente este país por 16 años,  decide jugársela por la paz bajo el taimado propósito de reelegirse.

Al cabo de un año, los maestros del oportunismo  y la marrullería política tratan de  aguarle   a Juan Manuel Santos su postulación al premio nobel de la paz  y posiblemente su reelección para un nuevo período presidencial.

De la agenda de  5 puntos pactados solo se ha negociado uno y eso incompleto. El que paga los platos rotos de este sainete es el pueblo  que ha tenido que soportar bombazos a las torres eléctricas, a los oleoductos, la contaminación de los acueductos y a una incertidumbre peor que a la de los períodos de negativa a cualquier tratativa con los insurrectos,  como fueron los tiempos del uribato.

Santos habla de suspender las negociaciones mientras se hace la campaña electoral que se avecina, soporta el embate de una derecha  muy activa en el rechazo a la mesa de La Habana, pero  sobre todo enfrenta el paso inexorable del tiempo que a todas luces se constituye en el peor enemigo de sus cabildeos de paz  y  las aspiraciones reeleccionistas.

Dejemos  que sea el propio Francisco Mosquera con su pluma y su genio político visionario,  quien les plantee un paradigma de cara a las mismísimas negociaciones de Juan Manuel Santos con la idéntica  banda armada con la que pretendió negociar la paz Belisario Betancur en 1982.

De un artículo escrito por Francisco Mosquera  titulado ¿Qué es la “paz”?   publicamos  una sección que Él llamó “La dilación de los procedimientos”.

LA DILACIÓN DE LOS PROCEDIMIENTOS

"No quiero que bajo mi gobierno se derrame una sola gota de sangre de ningún compatriota mío, de ningún soldado... ni de ningún guerrillero, que también son hermanos nuestros"
El mismo 7 de agosto, ambicionando adueñarse del sentir general, el vencedor del 30 de mayo izó la bandera blanca y arrancó con la tortuosa cruzada. "No quiero que bajo mi gobierno se derrame una sola gota de sangre de ningún compatriota mío, de ningún soldado... ni de ningún guerrillero, que también son hermanos nuestros", dijo en la Escuela Militar de Cadetes, a los tres días de posesionado, delante de unos regimientos que lo atisbaban entre remisos e incrédulos. (2) Lloverían de inmediato las demandas de tres o cuatro ejércitos del pueblo, cuyos estados mayores vislumbraban en los labios disertos del señor Betancur el badajo de la campana anunciadora de las prologales conquistas de la revolución. A partir de entonces la empresa conciliatoria entraría en una nueva etapa, un lento y complejo torneo de aguante, no tanto por las disparidades como por las concordancias. Mientras la rebelión armada se decide a vender caro su aplacamiento, el presidente se resigna a pagar lo que cueste amansarla. Con la resignación de éste crece el precio de aquélla y a la inversa. Al extremo de que el proceso está bastante lejos de tocar a su fin, a causa de la infinidad de materias previstas en las agendas de discusión, y a la abundancia de requisitos, pasos, prórrogas e intervalos por cumplir. ¿Se prefiere pintar la paloma a echarla a volar? ¿O será que los padres de la publicitada apertura democrática obtienen más beneficios de los dolores del parto que de la criatura? Para resolver el misterio al país no le queda otra que la de aguardar a la culminación del suspenso. Hasta ahora conoce únicamente cuanto se han dignado avisarle los meticulosos alarifes de la conciliación: que la "paz" es muy difícil, los trámites muy prolijos y las condiciones muy perentorias. No necesitamos reconstruir toda la trama, puesto que sus bulliciosos y festivos episodios permanecen frescos aún en la memoria de las gentes que los han vivido y padecido minuto a minuto durante más de un trienio. Basta enumerar sus principales pasajes, junto a las disensiones generadas en el seno de diversos estamentos y entidades, con el objeto de disponer de un telón de fondo que nos sirva de referencia para el examen y las conclusiones de rigor.

Cuanto se negoció y discutió, pública y privadamente, lo convenido y aprobado en el Capitolio, las concesiones ofrecidas, todo, se había llevado a efecto sobre la base de que cuando menos los petardos se acallarían y los favorecidos con la gracia oficial no reincidirían en las andanzas por las que se les absolvió.
De entrada hay que anotar cómo los surtidos matices del anarquismo criollo, apenas con la ausencia del ELN y de un ala disidente de las Farc, deponiendo antiguas rencillas se afanan en unificar sus reclamaciones, coordinar sus maniobras y respaldarse mutuamente; lo que ha redundado en el abultamiento de las exigencias elevadas a las autoridades y en la dilación de los procedimientos propuestos. Levantado el estado de sitio en el atardecer de la administración Turbay Ayala y suprimido el nefasto Estatuto de Seguridad, el altercado giró en torno a la libertad de los presos políticos y a la condonación de delitos como el secuestro, la extorsión y el asesinato fuera de combate, que los legistas de la parte opositora identificaban con el eufemístico calificativo de "anexos" a la rebelión, mas para los jurisperitos y centuriones del régimen eran escuetamente "crímenes atroces". El Ejecutivo accede y el Parlamento vota la Ley de Amnistía conforme a los pedidos de los sublevados. Cada quien creyó reafirmar lo suyo: un presidente bufo escenificando el papel de campeón de la confraternidad nacional; unos congresistas borregos sublimando las magnanimidades del despotismo burgués, y unas oligarquías impotentes gloriándose no de eximir de culpa a unos cuantos adversarios detenidos o interdictos sino de perdonarle la existencia a una revolución arrepentida. En lo atinente a los activistas rehabilitados, éstos, una vez abandonaron las cárceles, se calaron sus brazaletes y volvieron a enmontarse, tras la determinación de continuar combatiendo a tiros por los acuerdos entre gobernantes y gobernados y antes de que la patria llegue "al punto del no retomo". Muchos actores y espectadores de la originaria ronda de la "paz" cayeron presa de las naturales sensaciones del desconcierto. La nación se sentía asaltada en su buena fe. Cuanto se negoció y discutió, pública y privadamente, lo convenido y aprobado en el Capitolio, las concesiones ofrecidas, todo, se había llevado a efecto sobre la base de que cuando menos los petardos se acallarían y los favorecidos con la gracia oficial no reincidirían en las andanzas por las que se les absolvió. Plumas exentas de cualquier sospecha de inquina contra el pensamiento y las guapezas de los amnistiados no vacilaron en catalogar de "grave error político" la burla a las expectativas creadas. Esgrimieron razones como éstas: "Se están entregando en bandeja de plata argumentos a la reacción".(3) Ciertamente la ultraderecha, ni corta ni perezosa, ante un país enterado de los litigios por la armonía, saltó a sindicar a los contingentes de la extrema contraria, y una vez más a través de ellos al movimiento revolucionario en su conjunto, de otra atrocidad, la de mofarse de la palabra empeñada. A los pocos días de sancionado el texto legal por el cual se amnistiaban las infracciones de cinco lustros, englobadas las menos defendibles, y cuando ya era del dominio público que las guerrillas no renunciarían a sus azares y rebatos, El Tiempo pronosticó desde su editorial del 25 de noviembre del 82: "El Ejército de Colombia tendrá que afrontar, con el respaldo absoluto de las grandes mayorías nacionales, una lucha abierta que, como todas las de ese género, desatará mucha violencia y generará no pocos muertos". Fue así como aun al diario de los Santos, la conciencia liberal hecha tinta, hasta la fecha parco en sus juicios sobre los desplantes belisaristas, se le exaltó la bilis, llegando al extremo de aguijonear a los militares para que procedan con vehemencia y sin contemplaciones de ninguna índole.(4)

Una incógnita sí había sido despejada: la amnistía no era la "paz".
Con la indignación de quienes inútilmente condescendieron y la perplejidad de los que consideraban un éxito sin paralelo la completa exculpación de los rebeldes, se cerró el capítulo introductorio a este novelado esfuerzo por la convivencia civil. Una incógnita sí había sido despejada: la amnistía no era la "paz". ¿En qué radica entonces? A la audiencia en ascuas los miembros del M-19 replicaron desde las puertas de La Picota con otras interrogaciones. "¿Quién se puede acoger a la amnistía en zonas de guerra si no hay cese del fuego?" "¿Qué vamos a hacer nosotros al salir de la cárcel si sabemos que a nuestros compañeros los están atacando en muchos frentes?" "¿No se está convirtiendo esta situación en un nuevo trampolín hacia la guerra?".(5) Con tales reflexiones quedó inaugurada la fase subsiguiente, cuyo objetivo consistiría en obligar a los dignatarios de los sumos poderes a suscribir una tregua que se tradujera en un tácito reconocimiento de los brazos armados como fuerzas beligerantes. En el lapso anterior la puja se había cifrado en el olvido de todas y cada una de las conductas delictivas; ahora se centraría en la no entrega de los fusiles y en la desmilitarización de las áreas neurálgicas. Nadie descartaba que la Casa de Nariño convendría en agotar otros arbitrios. Mucho antes de la promulgación de la amnistía con que el presidente, a través del Congreso, dispensó todas y cada una de las faltas de sus impredecibles interlocutores, aquél había divulgado sus teoréticas nociones acerca de que el generoso gesto no sería suficiente para ponerle coto a las desconfianzas. Idea que con gusto y al unísono esparcieron a los vientos los propagandistas de la "paz", desde los obispos católicos hasta los pontífices del revisionismo, pasando por la gama intermedia de exégetas y arúspices del emblema que haya despertado las mayores ilusiones en la crónica contemporánea de la nación.

Empero, curiosamente, entre más intérpretes coinciden respecto a los medios y propósitos, el apaciguamiento menos descifrable se torna. Si la primera solicitud de los insurgentes requirió alrededor de tres meses para ser satisfecha, la segunda habría de demorar año y medio en concretarse. Mientras la una cosechó las instigaciones de los gacetilleros de la élite ilustrada en pro de una pacificación a lo Pablo Morillo y se enteró muy pronto del arrepentimiento de la Cámara de Representantes por haber prestado oídos a Belisario Betancur, la otra, ocasionando en su retardo serias fisuras entre la cúpula cuartelaria y su jefe constitucional, repercutiría en la repentina sustitución del ministro de Defensa y en el apremiante licenciamiento de un peligroso trío de generales identificados con las quejas de su superior jerárquico.(6) Landazábal, en declaraciones ampliamente reproducidas por los medios informativos y en juntas reservadas de orden público, precisó de continuo cómo el perdón concedido por la Ley 35 del 21 de noviembre de 1982, regía hacia el pasado y no hacia el futuro de su promulgación, pugnando por una tónica diferente a la presidencial en los tratos con los "subversivos", a los que, en las brigadas, no se les ha dejado de equiparar con la delincuencia común, y ante quienes, por consiguiente, no caben delicadezas ni miramientos singulares. El 17 de enero de 1984, cuando las discrepancias lucieron demasiado obvias e insoslayables, a los oficiales de alto rango se les llamó a calificar servicios.

Temiendo un eventual pleito entre las dos investiduras, los distintos estratos oligárquicos saltaron a apuntalar los fundamentos jurídicos del sistema, así tuvieran que renovarle de relance el respaldo a la administración responsable de empollar tantos entuertos en un tiempo tan relativamente escaso. A la aguda recesión, a los trastornos de los entes bancarios, al insondable déficit fiscal, a la enorme deuda externa y al resto de las falencias materiales ningún burgués deseaba añadir la conmoción anímica de una cura castrense, que en lugar de componer los negocios podría empeorarlos. Las anomalías económicas le ayudaron a neutralizar los enredos políticos al presidente, y éste, por lo menos momentáneamente, se sintió reconfortado para no decaer en su ingrata faena de abogado del diablo.

Sobre las carreras muertas de cuatro militares de tres soles dados de baja por Betancur se convino al fin el alto al fuego.
Sobre las carreras muertas de cuatro militares de tres soles dados de baja por Betancur se convino al fin el alto al fuego,  en desarrollo del pacto de La Uribe, suscrito el 28 de marzo entre la Comisión de Paz y las Farc. Pero el alto no se selló definitivamente, como cabría esperarse, sino por un "período de prueba o de espera" de doce meses y a partir del 28 de mayo. A este armisticio lo seguiría el firmado durante la penúltima semana de agosto por el EPL, el M-19 y un fragmento del ADO, completándose el mosaico de los grupos insurrectos que optaron por tender un puente de tupidas relaciones con el régimen belisarista. De los acuerdos se desprende que los alzados en armas las "depondrán pero no las entregarán", para repetirlo con el giro empleado por algunos de ellos; que habrá otra considerable tardanza con el objeto de verificar la suspensión de las hostilidades, y que las partes involucradas propiciarán más convergencias, de aquí en adelante tras la hazaña de ver por aproximarse a escarificar las purulentas llagas de la Colombia neocolonizada y atrasada, y esto conjuntamente, o sea el país redondo y sin reparos de clase.

Resuelto dichosamente el segundo equívoco, los infatigables compromisarios de la reconciliación se aprestaron a entrar en el tercer laberinto: el Gran Diálogo Nacional.
En suma, el forcejeo, en lugar de simplificarse y acortarse a medida que transcurre, se ha enmarañado y dilatado enormemente. En compensación, los colombianos consiguieron saber que la tregua tampoco era la "paz". Resuelto dichosamente el segundo equívoco, los infatigables compromisarios de la reconciliación se aprestaron a entrar en el tercer laberinto: el Gran Diálogo Nacional, con mayúsculas. Cual su nombre lo indica, esta secuencia reside en emprender una intrincada polémica acerca, de los candentes antagonismos políticos y de las profundas privaciones económicas y sociales del país, con la participación de todas las fuerzas vivas, comprendidos los gremios patronales y los sindicatos obreros, los directorios partidistas y las asociaciones de consumidores, los cuerpos colegiados y la acción comunal, la curia y los usuarios campesinos, la guerrilla y el ejército. La autoría de la ingeniosa fórmula pertenece al M-19 que la concibió con bastante anticipo, mientras que la supresión previa de los combates y la verificación de la misma por un año fue más bien inventiva de las Farc. Cada estado mayor insurgente se arrima a la mesa de negociaciones con su propio portafolio de requisitos y reclamos, de cuyo estricto acatamiento depende la conservación de su autonomía e identidad. Y puesto que la alianza los obliga a secundarse entre si, refrendando sin falta las varias peticiones, por redundantes o engorrosas que fueren, el proceso pacificador con cada etapa vencida no gana ni en concisión, ni en rapidez, ni en claridad.

No obstante los dones milagrosos y la desusada ocurrencia que les atribuyen sus promotores a las conversaciones entre las diferentes clases y corrientes políticas, los intentos de amortiguar el choque de los intereses encontrados mediante la persuasión de la plática son tan viejos como el "contrato social" de Rousseau. En el Continente no hay burguesía que en cierto momento histórico no hubiese puesto en vigor el cacareado "diálogo" y algunas, incluso, a semejanza de lo acaecido en el Perú bajo la férula del general Velasco Alvarado, han conseguido rubricar compromisos de reformas con estamentos organizados de la población. Entre nosotros, y sin ir más allá del interregno del Frente Nacional, el mandatario de turno con frecuencia habla y propicia la "concertación" o el "pluralismo ideológico" sin necesidad de abrumarlo con operaciones terroristas.

López Michelsen, inmediatamente después de ascender al solio en 1974, en un arranque de contagiosa demagogia llamó a un entendimiento global entre los principales sectores vinculados a la producción, conformando la célebre "comisión tripartita" que agrupaba a patronos, sindicalistas y gobierno, y a la que un buen día recibió en la residencia presidencial para avisarle que la nación atravesaba por un período crucial, ante el cual se requería del noble renunciamiento de magnates e indigentes por igual. El mamertismo, que integraba la comisión y asistió a la reunión de Palacio, dejó una lastimera constancia en protesta por la burla de que había sido objeto la membrecía revolucionaria. Luego se decretaría la emergencia económica con su rosario de impuestos y alzas contra el pueblo, de prebendas para los grandes potentados y demás medidas antinacionales y antipopulares que distinguieron al "mandato de hambre". Y en lo que llevamos del "sí se puede" ya hubo un primer ensayo de las discusiones multilaterales, cuando se convocó en septiembre de 1982 la "cumbre" de colectividades partidistas. Fuera de los funcionarios gubernamentales y de algunos de los fragmentos en que se hallan divididos el liberalismo y el conservatismo, concurrieron el Partido Comunista y el M-19, encabezados por Gilberto Vieira y Ramiro Lucio, respectivamente. Que valga destacar, el señor Vieira "pidió romper el monopolio bipartidista en la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores", es decir, cursó la solemne demanda de una silla para su agrupación en dicho organismo; y el señor Lucio anotó que "en los diez puntos del ministro de Gobierno están contenidos los problemas fundamentales de la vida colombiana".(7) Los contactos, el intercambio de opiniones y los concursos de oratoria entre clases y entre gremios, congregados de trecho en trecho por las burguesías dominantes, no tipifican, pues, ninguna revolucionarizaci6n de las modas democráticas, ni en Colombia, ni en América Latina, ni en el resto del mundo. Además, al cierre de tales floreos los trabajadores de ordinario confirman cómo se les ha extraviado algo de sus magras entradas o de su independencia política.

Notas.
2 El Espectador, agosto 11 de 1982.

3 Aludimos a una columna de Daniel Samper Pizano, difundida por El Tiempo del 26 de noviembre de 1982. Samper colaboró con su colega Enrique Santos Calderón en la fundación del grupúsculo hipomamerto Firmes, al que luego renunciaron ambos, dejando el malogrado ensayo partidista en manos de Gerardo Molina, Diego Montaña Cuéllar y Jorge Regueros Peralta, miembros supérstites de la generación de la "revolución, en marcha" de los años treintas.
Cinco días antes Santos Calderón también había comentado que "no entiendo el recrudecimiento de acciones armadas por parte de movimientos guerrilleros que vienen hablando de paz y apertura democrática. A veces da la impresión de que el gobierno, de Betancur les hubiera cogido la caña al promulgar una amnistía para la que en el fondo no estaban preparados, o que tal vez no esperaba".
En igual forma se expresaron otras personas a las cuales nadie podrá tachar de propugnadores de la represión anticomunista. El candidato presidencial del señor Gilberto Vieira en 1982, Gerardo Molina, según, noticia de la fecha arriba mencionada y de la sección política de El Espectador a cargo del redactor Carlos Murcia, "pidió a Jaime Bateman y sus compañeros que recapaciten porque sería un grave error político que rechazaran la amnistía que se les brinda de manera tan amplia y que la utilizaran sólo como una treta para obtener la libertad de sus presos".
 Y el 29 de noviembre, por información de El Tiempo, el mismo Molina se atrevió a asegurar lo siguiente:
"...tal vez por las condiciones en que ha vivido en los últimos años distanciado del país, metido en el monte, sin referencias de lo que se vive en las ciudades-, Bateman no está en condiciones de darse cuenta de lo que la opinión nacional desea.
"Me da la impresión de que es un hombre temperamentalmente inestable, que fluctúa mucho, y eso lo lleva a que adopte en poco tiempo líneas de conducta muy diversas".
El 26 de noviembre, la articulista de El Espectador, María Teresa Herrán, exhaló así su desencanto: "A la opinión pública le queda la impresión amarga de que, en cierta forma y mientras no se le demuestre lo contrario, el M-19 le ha estado mamando gallo al país. La expresión muy criolla y muy colombiana es la precisa para calificar esa inconsistencia en las determinaciones, o esa manera poco franca de ir sacando las cartas poco a poco para ridiculizar a la contraparte".
Hasta doña Clementina Cayón, la señora madre del entonces jefe máximo del M-19, en entrevista concedida a El Espectador del 24 del mes referido, manifestó su sorpresa: "La verdad que he quedado completamente desconcertada, ya que yo estaba convencida de que él se acogería a la amnistía en esta semana aquí en Santa Marta y más concretamente en la Quinta de San Pedro Alejandrino, pero tal parece que cambió de pensamiento y eso en realidad me tiene bastante preocupada y me ha puesto muy triste y no sé lo que pueda pasar de aquí en adelante".
Las anteriores opiniones son apenas unas cuantas de las muchas propaladas a raíz de la expedición de la última amnistía y de la respuesta que a ésta le dieron los alzados. Las traemos para ilustrar los aturdimientos que, entre los más sinceros defensores de una pacificación voluntaria, produjeron los rumbos inusitados hacia los cuales confluyó el primer intento de "apertura" de Belisario Betancur. Testimonios irrefragables en los que falta, por supuesto, el no menos autorizado de Gabriel García Márquez, quien, asimismo, plantó sus pinitos críticos por aquella data y en idéntica dirección.

4 No obstante el riesgo de aburrir a los lectores a punta de citas, recordemos algunos de los pronunciamientos de los otros matutinos de la capital, a guisa de prueba del enojo oligárquico. Conste que nos limitamos a un sector representativo sí pero reducido de la gran prensa, cuando 1982 agonizó en medio de las sanguinolentas amenazas de célebres figuras de la alianza bipartidista dominante que se sintieron majaderamente engañadas con los precarios frutos de la amnistía.
La República, órgano de la antigua vertiente ospinista aliada cercana del pastranismo, estuvo permanentemente objetando la suavidad del gobierno frente a la insurgencia guerrillera. El 25 de noviembre de 1982 se reafirmó todavía más en sus malos augurios:
"La actitud de los alzados en armas que orienta Bateman no nos sorprende. Nunca creímos en su sinceridad y en sus deseos de regresar a una vida normal y civilista. Distantes de este tipo de ingenuidad así lo creímos y por ello nunca nos arrebató el lirismo de la operancia de la amnistía (...).
"Se impone una vez más, algo que permanece irreductible en nuestras convicciones: el total apoyo e irrestricta confianza para nuestro ejército".
Ese mismo día El Espectador, a pesar de haberse constituido en un apoyo constante para Betancur desde las toldas liberales, de todas maneras conminó al presidente a salvaguardar la "integridad nacional":
"...a la actitud asumida por los dirigentes del M-19, no se puede dar más que el calificativo de una treta inaceptable para el país y el Gobierno. Porque, sencillamente, esconde una burla y pone de bulto una contradicción flagrante en sus propósitos (...)
"No se hace así la paz. Entre otras razones, porque la Constitución Nacional ha erigido al Presidente de la República en jefe supremo de las Fuerzas Armadas, y le ha confiado la guarda de la integridad nacional, que no se vulnera sólo cuando el extranjero huella su territorio, sino también cuando se consiente por omisión o por gratuita dádiva el cogobierno paralelo".
Y el 23 de noviembre, El Siglo, por ser el vocero de Álvaro Gómez Hurtado, ex embajador en Washington, ex designado y virtual candidato único del conservatismo para las elecciones presidenciales de 1986, había fijado su posición en términos un tanto diplomáticos:
"Sería inapropiado que insistieran en otros puntos adicionales para plegarse a la amnistía. Primero que todo porque ella no es una negociación entre el Estado y los grupos guerrilleros, sino una concesión de la autoridad legítima a quien no la tiene. Y en segundo lugar porque la 'tregua' que solicitan los guerrilleros, y que implica una desmilitarización de los territorios donde se desarrolla la lucha, equivaldría a otorgarle a la guerrilla, en su aspecto militar, un carácter de beligerancia idéntico al del estamento militar legítimo del Estado, y a entregarle, por lo tanto, un importante territorio de la nación. La amnistía no puede convertirse en una descalificación del Ejército colombiano, ni es una tregua entre dos fuerzas enfrentadas. El Ejército tiene la misión constitucional de velar por la integridad del territorio patrio, y esa misión es inalienable y por lo tanto debe cumplirse".

5 El Espectador, noviembre 24 de 1982.

6 Decimos que hubo arrepentimiento de la Cámara porque, como se recuerda, la corporación, con todo y haber expedido alborozadamente la amnistía, aprobó poco después una destemplada proposición contra la Presidencia de la República, rechazando casi que por unanimidad la invitación a que una comisión de parlamentarios asistiera al "Banquete de la Paz", organizado en el Hotel Tequendama por Belisario Betancur. Aunque el choque entre los dos órganos del poder debióse en realidad a que el Ejecutivo objetaba las dietas del Congreso, los representantes decidieron desquitarse evocando la memoria de Gloria Lara, asesinada no hacía mucho por el grupo que la había secuestrado, y vaticinando el fracaso de la política pacificadora. El 2 de diciembre de 1982, El Tiempo reveló apartes de la proposición de la Cámara.

7 El Tiempo del 16 de septiembre de 1982 dio una detallada informaci6n sobre los inocuos resultados de la "cumbre política".
                                                                                             




  

viernes, 18 de octubre de 2013

Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos.

Con motivo de la reactivación del movimiento estudiantil colombiano y observando la clase de directrices impartidas por la dirigencia de la MANE a sus bases, ponemos a consideración del estudiantado lo que el revolucionario movimiento estudiantil de 1971 le cuestionaba a su gente.

El acierto y los triunfos cosechados por este gran movimiento hace 42 años, se fundamentaron en la hoja de ruta que adoptaron los dirigentes para guiar a sus masas y la sintonia que buscó el movimiento con los problemas del pueblo colombiano y que gracias a éste y su apoyo incondicional, consiguieron grandes victorias.

Para enfrentar el futuro hay que volver los ojos al pasado, sintetizar sus experiencias para aplicarlas en el presente y buscar equivocarse en lo mínimo. Los invitamos a que estudien este programa, lo contrapongan a las consignas del movimiento estudiantil actual y saquen sus propias conclusiones como guía de acción presente.

I. Abolición de los Consejos Superiores universitarios

a. Creación de organismos de gobierno provisionales, así:
. El rector como presidente del mismo, que participa sin voto;
. Un representante del ministerio de educación que participa con voto;
. Tres estudiantes, elegidos por sus respectivas organizaciones gremiales,que participan con voto;
. Tres profesores, elegidos por sus respectivas organizaciones, que participan con voto.

b. Conformación de una comisión para que estudie el proyecto de reforma de la Ley Orgánica de las universidades. La comisión estará integrada así:

. Tres representantes de los estudiantes, escogidos por la comisión
nacional que ratifique o modifique este encuentro;
. Tres representantes de los profesores elegidos en los claustros de
profesores de la Universidad Nacional;
. Un representante del Ministerio de Educación.

c. Establecimiento de un sistema democrático para la elección de autoridades universitarias en los establecimientos públicos y privados de la educación superior.

Este sistema debe contemplar la participación de profesores y estudiantes en la conformación de organismos directivos.

d. Reglamentación nacional y democrática de la estructura de poder en las universidades privadas y públicas.

II. Sobre el presupuesto para la educación

a. Cumplimiento de la asignación del 15 por ciento como mínimo del total del presupuesto de educación para la Universidad Nacional y llenar los déficits actuales de todas las universidades del país.

b. Establecimiento de un control oficial del fisco para las universidades privadas.

c. Congelación de matrículas de todos los establecimientos públicos y privados de educación media y superior a partir de 1970.

d. Suspensión de las cláusulas lesivas a la nación colombiana contenidas en los contratos de las distintas universidades con agencias internacionales de préstamo y que han sido denunciadas por estudiantes y profesores en diferentes universidades del país.

III. Conformación inmediata con la misma composición de la que estudiará la reforma a la Ley orgánico, y que estudie los siguientes problemas:

a. Carácter rector de la Universidad Nacional en la educación superior en Colombia.

b. Liquidación de los planes y funciones del ICFES.

c. Financiación estatal de la educación superior teniendo en cuenta los siguientes recursos:
. Cálculo del presupuesto educativo con base al presupuesto ordinario más el de los institutos descentralizados y las empresas estatales;
. Incremento de la participación del Estado en los beneficios resultantes de la explotación de los recursos naturales por el capital extranjero.

d. Investigación científica financiada enteramente por la Nación y planificada por investigadores nacionales.


e. Revisión de todos los contratos y documentos celebrados con entidades extranjeras, por parte de todas las universidades y facultades en particular y publicación de los mismos.

f. Las conclusiones de esta comisión sólo tendrán carácter obligatorio para el gobierno después de que tanto las conclusiones como los estudios previos, sean ampliamente analizados, publicados y debatidos por la comunidad universitaria y, finalmente, aprobados en el Encuentro Nacional Universitario.

IV. Retiro definitivo de Ocampo Londoño de la Universidad del Valle y ruptura definitiva
con la FES (Fundación para la Educación Superior).

V. Legalización del derecho en todos los establecimientos de educación media y superior, tanto privados como públicos

VI. Reapertura de la facultad de Sociología de la Universidad Javeriana

El presente documento fue discutido y aprobado por el Encuentro Nacional Universitario,  reunido en Bogotá los días 13 y 14 de marzo de 1971, y ratificado por el III Encuentro reunido en Palmira los días 3 y 4 de abril del mismo año.




miércoles, 16 de octubre de 2013

VIVA LA REFORMA REVOLUCIONARIA DE LA UNIVERSIDAD.

Hoy cuando nuevamente se agita el movimiento estudiantil colombiano, despertando luego de largos años de aletargamiento, presentamos al estudiantado colombiano esta declaración política emitida por el MOIR, la JUPA y todas sus organizaciones gremiales y políticas de la época, cuando los vientos de la Gran Revolución Cultural China provenientes de Oriente, estremecieron al mundo pasando por Europa, América –comenzando por México- y anidando en nuestro país que no podía sustraerse, en 1971.


Estudiando juiciosamente esta declaración podemos concluir que las reivindicaciones estudiantiles y populares  de hace cuarenta y dos años, siguen vigentes para el momento presente. Es más, se ha agravado la situación para las luchas estudiantiles actuales ya que los puntos de lucha que en la época avizoraba el movimiento juvenil, fueron aplicados metódicamente a través de los años por los gobernantes de turno.  

Las organizaciones firmantes de esta declaración hacen público su respaldo a la juventud y a los estudiantes de Colombia que, desde hace más de cuatro meses y en todo el país, vienen adelantando un valeroso y masivo movimiento sin precedentes en nuestra historia.

La importancia de este movimiento consiste especialmente en que ha ubicado a sus verdaderos enemigos, a los enemigos del pueblo colombiano: el imperialismo yanqui y sus lacayos, la gran burguesía y los grandes terratenientes; y contra ellos ha marchado en formación de combate, apuntando y dando en el blanco certeramente. La claridad en el objetivo y la decisión de lucha han hecho posible que en esta batalla participen ampliamente los universitarios de toda Colombia, los estudiantes de secundaria, los profesores y sectores progresistas de las directivas universitarias, y que el movimiento recoja el respaldo incondicional de los obreros, de los campesinos y del resto del pueblo.

Grande es también la educación revolucionaria que las masas estudiantiles imparten con sus luchas a toda la sociedad colombiana; al señalar la verdadera raíz de todos nuestros males presentes, contribuyen a desarrollar la conciencia anti-imperialista, y prestan un apoyo valioso a la lucha del pueblo colombiano contra el imperialismo yanqui y sus clases dominantes.

Los estudiantes luchan porque se establezca una nueva educación en Colombia y exigen el cambio en tres aspectos fundamentales: que la educación sea nacional, es decir, que sirva a los intereses de la nación y no a los intereses de los imperialistas yanquis; que la educación sea científica, es decir, que busque la verdad en los hechos y contribuya al desarrollo de la ciencia en todas las ramas del conocimiento, y no una educación oscurantista, ensombrecida por la superstición, el idealismo y la religión, como ha sido tradicional en Colombia; y, finalmente, el estudiantado exige que la educación sea de masas, es decir, que sirva y beneficie a las grandes masas populares y no a la minoría explotadora y opresora. Estas exigencias de la juventud son respaldadas firmemente por los obreros, los campesinos y el resto del pueblo las nuevas fuerzas de la sociedad colombiana, que en el terreno de la ideología y de la educación libran una lucha sin cuartel contra el imperialismo y sus lacayos, las clases dominantes colombianas.

Las banderas de lucha de la juventud y de los estudiantes de Colombia enarboladas muy en alto por este poderoso movimiento de masas, significan una verdadera revolución en el campo de la cultura. Es la lucha de la nueva cultura nacional, científica y de masas, defendida por los obreros, los campesinos y el resto del pueblo, contra la vieja cultura neocolonial, defendida por el imperialismo yanqui, la gran burguesía y los grandes terratenientes. Es una lucha, por lo tanto, no sólo de los estudiantes, sino también y fundamentalmente del pueblo colombiano.

El actual movimiento estudiantil ha demostrado una vez más que el gobierno de Misael Pastrana es un dócil instrumento de los imperialistas yanquis y de las clases opresoras, y que su papel no se reduce únicamente a defender los intereses económicos y políticos de los enemigos del pueblo, sino también sus intereses culturales. Y en este triste papel ha llegado a fraguar y a perpetrar los más horrendos crímenes: asesinatos de estudiantes y gentes del pueblo, violaciones de compañeras estudiantes por las hordas uniformadas, allanamientos y cierre de casi la totalidad de las universidades del país, detenciones masivas de estudiantes, torturas, estado de sitio, toque de queda y terrorismo en varias ciudades, negación de los derechos de expresión, reunión, movilización y manifestación, etc. En su afán por golpear al movimiento estudiantil ha caído en las más burdas contradicciones. Después de querer utilizar el Consejo de Rectores para darle un ropaje demagógico a su contrarreforma fascista de la universidad, desconoce arbitrariamente la opinión de la mayoría de rectores porque no le era favorable a sus oscuros propósitos. Y termina por anunciar que el gobierno hará por su cuenta la reforma universitaria, sin consultar para nada a las fuerzas integrantes de la Universidad: estudiantes, profesores y directivas.

Pastrana promete una contrarreforma universitaria que no solamente es la reafirmación de la actual educación antinacional, anticientífica y antipopular, sino que en muchos de los aspectos señalados en su discurso del 4 de mayo pasado, significa un escandaloso retroceso. Es decir, no solamente rechaza en forma altanera y grosera toda la opinión nacional, sino que promete mayores concesiones al imperialismo yanqui y sus lacayos. Insistió en que continuarían los préstamos de las agencias financieras yanquis para la universidad. Amenazó con acabar la Universidad Nacional de Colombia y debilitar las universidades del Estado en beneficio de las universidades privadas, y anunció un mayor recorte del presupuesto oficial para la educación pública. Esta fórmula busca imponer una mayor discriminación a favor de las clases pudientes y en perjuicio de las clases desposeídas. Es una medida tendiente a debilitar la base social del actual movimiento estudiantil.

Esta posición recalcitrante y provocadora del gobierno ha producido mayores rechazos a la política oficial, como el expresado por los decanos de la Universidad Nacional, quienes sostienen claramente la necesidad de luchar por la defensa de la Universidad Nacional de Colombia, amenazada por el gobierno, y manifiestan que la reforma universitaria hay que hacerla conforme a los planteamientos de los estamentos básicos de la universidad: estudiantes, profesores y directivas. Por lo demás, las siniestras intenciones del gobierno han quedado muy claras: imponer a bayoneta y plomo una contrarreforma universitaria abiertamente opuesta al pueblo colombiano .

En tales condiciones, la batalla continúa, y las fuerzas populares deben estrechar la alianza con los jóvenes y estudiantes colombianos, exigir la reforma universitaria revolucionaria en base al Programa Mínimo de los Estudiantes, exigir la reapertura inmediata de todas las universidades, exigir la libertad incondicional de los estudiantes y demás personas detenidas y exigir la defensa de la Universidad Nacional de Colombia y del resto de las universidades estatales. ¡Nada de vacilaciones en esta hora! ¡El movimiento estudiantil no ha luchado en vano! Aprendamos de sus enseñanzas y ejemplo y unámonos los obreros, los campesinos y el resto del pueblo en un gran frente de defensa de la reforma revolucionaria de la universidad, entendiendo que esta lucha hace parte del gigantesco proceso de la revolución colombiana.

¡Atrevámonos a luchar y a conquistar la victoria!!!
¡Por una Universidad que sea nacional, científica y de masas, adelante!!!

¡Viva la unidad revolucionaria de los obreros, los campesinos y el resto del pueblo!!!

Bogotá Mayo 14 de 1971

Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, MOIR.
Juventud Patriótica Nacional, JUPA.
Firman también organizaciones sindicales regionales y nacionales.

Principio del formulario