Terminada la segunda guerra
mundial los pueblos árabes que durante décadas habían sido sometidos por las
diferentes potencias imperialistas, iniciaron un creciente movimiento de
liberación nacional. Para controlar esta ola incontenible, el Imperialismo Norteamericanos y sus demás socios en unión con el Sionismo
internacional impusieron la creación del “Estado de Israel” el 14 de mayo de
1948, como punta de lanza contra los pueblos árabes. Un día después las hordas
sionistas emprendieron una guerra de agresión quemando, asesinando y saqueando
todos los poblados de los primitivos ocupantes de estas tierras. Más de un
millón de árabes que vivieron durante generaciones en estas regiones, fueron
expulsados de ellas convirtiéndolos en refugiados.
Los agresores norteamericanos
corrieron enseguida a firmar con el gobierno israelí una serie de tratados para
proporcionarles gran cantidad de armamentos y financiación. Esta ayuda se ha
incrementado a través de los años de forma ininterrumpida. En 1956 los judíos
inician una nueva guerra de conquista de territorios cual ejército hitleriano y
que denominaron la Campaña del Sinaí. En sus actividades expansionistas Israel
contó con el absoluto respaldo de EEUU, Inglaterra y Francia quienes no solo
fueron solidarios con el exterminio del movimiento de liberación de los pueblos
árabes, sino la forma de hacer presencia en la región para lucrarse de los
riquísimos yacimientos petroleros y aprovechar su estrategia geopolítica.
En 1967 Israel y sus compinches
nuevamente desatan otra guerra de
agresión contra los países árabes invadiendo y ocupando la orilla occidental
del río Jordán, la Península del Sinaí y otros territorios que totalizaron una
extensión de 65.000 kilómetros cuadrados. Esta expedición punitiva fue
bautizada con el nombre de la “Guerra de los seis días”. Desde entonces las
agresiones de los sionistas contra los pueblos árabes han sido pan de cada día,
con el apoyo y beneplácito de los imperialistas norteamericanos. Como era de
esperarse sistemáticamente se han negado a devolver los territorios
usurpados.
Los pueblos oprimidos no pueden
coexistir pacíficamente con sus opresores, la opresión genera resistencia y
rebelión. Las comunidades árabes agredidas y expulsadas de sus territorios no
tuvieron otra alternativa que oponer la guerra patriótica a la guerra agresiva
y liquidacionista del estado sionista. En 1965 los palestinos bajo el mando de
“Al Fatah” crean sus propias milicias. Posteriormente se suman a este propósito
el Frente Popular de Liberación Palestino en Diciembre de 1967 y la
Organización para la Liberación de Palestina en Febrero de 1968. Los obreros y campesinos
palestinos componen el 65% de este frente de lucha por la patria Palestina. La
justa lucha del pueblo palestino se ganó la simpatía de todos los pueblos
árabes y los gobiernos democráticos del mundo.
Para los años 70 no solo fueron
los EEUU quienes entraron en la liza por disputarse las esferas de influencia
en la caliente área del Medio Oriente. La Unión Soviética y los imperialistas norteamericanos
trataron inútilmente de impulsar una “solución pacífica” al problema palestino
con el único objeto de desmovilizar las milicias del pueblo Palestino y lograr
de este modo la repartija pacífica entre sí y sin problemas, de las esferas de
influencia del Medio Oriente. Incluso llegaron a apoyarse en gobiernos
reaccionarios como el de Jordania para exterminar las milicias palestinas. Los
2 grandes imperios de la época buscaban servirse de la confusión y las
dificultades por las que atravesaban en esos momentos los pueblos árabes para
negociar entre ellos a expensas de sus
derechos nacionales con miras a dividirse los importantes lugares
estratégicos, los recursos naturales y las áreas de influencia.
La perniciosa influencia en la
región de los imperialismos de todas las pelambres y el mantenimiento de un
gobierno agresor y militarista como el de Israel, es lo que ha impedido que la
situación en el Medio Oriente se resuelva.
Por otra parte el pueblo israelí
también se ve afectado por la política expansionista del sionismo en el poder.
La intensificación de la agresión sionista para esclavizar a Palestina y otros
pueblos árabes, lleva al fortalecimiento de la reacción interna y de los
imperialistas, dimanando en la esclavización del pueblo israelí. La relación
directa entre la política expansionista en los externo y la política
reaccionaria en lo interno, está siendo comprendida cada vez más por amplios
sectores del pueblo israelí que, al experimentar por sí mismo la justeza del
principio formulado por Marx de que “el pueblo que oprime a otros pueblos no
puede ser libre”, hará causa común con los pueblos árabes hasta sacudirse el
yugo imperialista y sionista.
Basándose en sus propias fuerzas,
el pueblo palestino continuará su lucha por recobrar el legítimo derecho a la
existencia nacional y del regreso a sus hogares. La lucha de los pueblos
oprimidos por la autodeterminación en su vida interna y por su existencia
nacional es apoyada por los otros pueblos del mundo. Innumerables hechos
prueban que quien sostiene una causa justa gana amplio apoyo, mientras que
quien sostiene una causa injusta carece de apoyo. Un país débil puede derrotar
a un país poderoso, un país pequeño puede derrotar a un país grande. Siempre
que el pueblo de un pequeño país se levante en lucha, se atreva a rechazar al
agresor de igual manera como este lo
agrede, y tome en sus manos el destino
de su propio país, podrá indefectiblemente derrotar la agresión de un país
grande. Esa es una ley de la historia.
Compendio de un artículo publicado por el periódico TRIBUNA ROJA No. 8
de Diciembre de 1972.
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